Este es el paseo de Felipe, por eso da comienzo con el gordi corriendo hacia el tren:
Con sus poco más de tres años, el pillo gordillo ha elegido los trenes como su objeto fetiche de juego infantil (no me miren, los míos eran los aviones, pero no esas porquerías de cazas chiquitos, los grandes y de pasajeros, nada de aviación militar).
En realidad nos gusta (a ambos padres) estimularlo en sus primeras construcciones de mundos ficcionales y maravillosos y salimos a pasear "por lo que hay" que cada vez es menos en materia ferroautomotora. La ciudad con apellido de director supremo, solía tener en otras épocas de lontananza una bastante activa vida ferrocarrilera que hoy queda como fragmentos discursivos de las promesas a cumplir: "tendrán nueva estación de trenes" "será cerca del puente" "va sé caté caté" " el Gran Capitán tardará sólo 24 horas para llegar a Buenos Aires" y tantas cosas que nos suenan a metida de yaguá por la cola en las ex guaraníticas tierras.
Nuestro paseo comienza indefectiblemente en Av. Mitre y 25 de Mayo, donde está la vieja locomotora:
El primer tren misionero, funcionó desde fines del siglo XIX y llevaba las cargas hacia el puerto desde el Establecimiento Santa Inés o desde la fábrica laminadora Heller. Ese día no había ninguna persona viviendo en él.
Ya saben, recorrida de verano misionero, se hace bien de tardecita casi noche, bajamos avenida Mitre buscando otros fantasmas, de paso algo de edificación:
Por suerte las sombras tapan en algo la estatua de San Roque González
Y nos deja ver el cartel que prohibe los carumbés
Vamos hacia el puente, a buscar las antiguas vías
Que ya no existen (sino no sería una historia de fantasmas), donde estaban las vías se encuentra la entrada de camiones del obrador del cuarto tramo de la avenida costanera...
Y pronto ni esto quedará, tendremos una avenida de asfalto. Por suerte esto es selva y la naturaleza terminará tapando todo y dejándolo bonito... Comienzan a aparecer los fantasmas
Y la noche conjuga los temores, el mayor, no recordar lo que hemos sido
Recorrer la dolorosa geografía del olvido
La "noche mala" (como dice el tema de Ramón Ayala) trae viejas voces que apenas nos permiten distinguir los ecos de lo que fue habitado. En este pozo oscuro estaba (en el pasado fantasmal) la bulliciosa estación de trenes de Posadas
De nada sirvió que varios posadeños pidieran que no sea derribada, la promesa de una construcción de réplica en futuro es como el discurso de yaguá por la cola
De un lado, los vestigios de cosas que pronto ya no existirán
Del otro la arena
Y tan espectrales como las otras, dos locomotoras se divisan apenas en la oscuridad de la noche. Sus nombres emblemáticos cachetean la conciencia: "La posadeña" y "La misionera"
Y tendremos que esperar que la noche pase y ver en la luz del día que hay detrás de los fantasmas. No se vayan, varias luces de memoria vienen en camino.