Niemeyer se apropia, de manera cara, de las construcciones utilitarias, al explorar sus rendimientos plásticos y estéticos. El uso de la bóveda parabólica permite que un único elemento sea superficie para la construcción del techo y de las paredes. Es también Portinari el autor de la composición blanca y azul de azulejos que cubre la fachada posterior de la capilla. La utilización de las curvas y líneas oblicuas en toda la Iglesia - en la fachada y en el interior - confiere un carácter asimétrico y flexible que testifica la libertad creativa del arquitecto, comprometido con la exploración máxima de las posibilidades plásticas y con las potencialidades escultóricas del hormigón armado.