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Old Posted Apr 12, 2013, 2:34 AM
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"Tradiciones de Apaneca"

Apaneca Iglesia Parroquial por Alfredo Zablah, en Flickr

Escrito por Teresa Guevara de López

Apaneca es una ciudad recostada entre enormes montañas, con un clima incomparable, donde abundan las flores, las fresas y el buen café. La Semana Santa parece tocar con varita mágica a su gente sonriente y trabajadora, haciéndoles cambiar su ritmo de vida para revivir los sucesos que recuerdan los grandes misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

La tranquila ciudad se transforma en un enorme escenario, donde el pueblo entero es protagonista, representa su papel con seriedad y orgullo. La iglesia parroquial en construcción, replicando fielmente la antigua edificación colonial, es producto del sacrificio generoso de los fieles, que con sus modestas contribuciones realizan un proyecto gigantesco. Su valiosa colección de imágenes coloniales, artísticamente restauradas, se luce en las diferentes procesiones.

Una de las más peculiares es la de Jesús a la Sombra, con la imagen de Jesús Nazareno recorriendo las calles y deteniéndose en las casas donde le han preparado un pequeño techo con palmas y flores, para darle sombra. Es un homenaje al triste recorrido de Cristo, en el día infamante de su condena, en que no tuvo quién le diera resguardo para aliviarlo del sol.

Las celebraciones litúrgicas no se ven opacadas por el folclore popular, sino más bien acrecientan la fe y la piedad. El Jueves Santo, los miembros de la Hermandad de Jesús Nazareno lucen túnicas moradas y cubren sus cabezas con lienzos blancos. Las mujeres, de la Hermandad de la Virgen de Dolores, con túnicas moradas y mantos blancos sobre sus cabezas. Apaneca no es ya una ciudad de la campiña salvadoreña: es otra Jerusalén movilizada por el proceso de Cristo.

En la iglesia totalmente llena, se rememora la Santa Cena del Señor, la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio, y el lavatorio de los pies, terminando con la procesión eucarística. El Santísimo Sacramento es depositado en el artístico monumento, donde permanece para la adoración de los fieles hasta la media noche. En la Procesión del Silencio, numeroso grupo de hombres siguen a la doliente imagen de Cristo, encadenado, y coronado de espinas, como fue trasladado desde el Pretorio de Pilatos hasta la corte del rey Herodes. Las mujeres, acompañan a la Madre Dolorosa, en esa noche en que ve a su Hijo sometido a tantas humillaciones.

El Viernes Santo la ciudad se engalana con alfombras para la solemnísima procesión del Vía Crucis. Se sacan a la acera las mejores macetas, para que plantas y flores decoren las calles que recorrerá el Señor. Los altares de las 14 estaciones compiten en belleza, ya que las flores son el lujo y el orgullo de Apaneca. En perfecto orden desfilan los estandartes de las estaciones del Vía Crucis, las Siete Palabras de Cristo, la Guardia de Honor del Santísimo. En la 4ª estación "Jesús encuentra a su Madre y cada corazón vierte en el otro su propio dolor", como escribió hermosamente San Josemaría Escrivá. Los cargadores de las imágenes de Cristo y la Dolorosa derrochan aquí su creatividad y profesionalismo para hacerlas inclinarse y saludarse, al igual que San Juan y María Magdalena.

En la liturgia del Viernes Santo, las túnicas moradas de los fieles han sido sustituidas por el color negro: duelo profundo por la muerte de Cristo. Ceremonia solemnísima y emotiva de la adoración de la Santa Cruz: "Pueblo mío, qué te he hecho, o en qué te he contristado: Respóndeme", del descendimiento y del Santo Entierro. Es como una estampa de policromía impresionante, trasladada de otros ambientes. Los muchos visitantes de Apaneca, que se albergan en los hoteles de la zona, se conmueven ante esta vivencia de una Semana Santa que rememora con tanto sentimiento, el supremo sacrificio de la Cruz.
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