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Old Posted Mar 19, 2013, 6:30 PM
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Cuaresma el salvador 2013

La fe en hebras


“Me voy a ver al colocho”, dicen las abuelas, y siguen la procesión.
Allí va el colocho Jesús, madera la piel y pintada la sangre.
Los bucles caen y caen, y no es santo su cabello, es humano.


Escribe Elena Salamanca

“La imaginería sacra empieza a utilizar accesorios prácticamente hasta finales del siglo XVI, en Europa. De hecho, se le atribuye a Salzillo (Francisco, 1707-1783, escultor murciano) comenzar a utilizar ojos de cristal, dentadura de hueso, a veces tallada, e incluso cabello natural en las imágenes”, refiere José Manuel González, catedrático de Historia del Arte en la UCA y coordinador de liturgia de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, en Izalco.

“Eso surgió por una manera meramente práctica: para facilitar la labranza de las imágenes. La demanda de imaginería era tan grande que los talleres no daban abasto para hacer todo el labrado de primera calidad que exigían las imágenes devocionales. Entonces empiezan a vestirlos, a ponerles las cabelleras”, explica González.

Pero, con el paso del tiempo, la practicidad se volvió en objeto devocional y los católicos comenzaron a donar sus cabelleras a los santos “por una promesa o favor recibido”, apunta González.

Las imágenes del vía crucis: Jesús Nazareno, la Virgen Dolorosa, María Magdalena y San Juan, poseen cabello humano. Estas cabelleras han llegado a las imágenes desde años y motivos distintos.

Ada Rodríguez, de la casa de la cultura de Nahuizalco, explica ante las imágenes nahuizalqueñas: “La gente lo hace por fe”.


Cabello de Virgen

La talla que representa a una Virgen Dolorosa, que protagoniza las procesiones de Semana Santa, no deja ver su cabello por su manto luctuoso, pero la talla que hace alusió a Jesús, su hijo camino al Gólgota, luce su cabello bajo el sol. Sus rizos bailan al compás de los cargadores y se pierden entre el incienso. Y a pesar a un hombre, la mayoría de las veces tiene cabello de mujer, de virgen.

El Nazareno de Nahuizalco, en Sonsonate, conocido como “el anciano”, tiene cabello de virgen desde hace cuatro décadas. Su donante, Rosa Larín, decidió ofrecerlo por acción de gracias “porque salí bien de mi operación del apéndice”.

Cuando doña Rosa fue operada tenía 18 años; ahora a sus 60 recuerda que su cabello “me llegaba hasta abajo de las rodillas”.

Tres veces creció su pelo, y tres veces lo regaló al “Jesús anciano”. Aún tiene esta imagen tricentenaria el cabello de doña Rosa: café y ondulado. “Pero dejé de darlo cuando tuve a mi hija”, explica.

La antigua creencia de la virginidad como ofrenda a Dios “ya no se hace, ya no hay señoritas”, dice doña Rosa. ¿Se quedará calvo el Nazareno? ¿Será su cabellera entonces sintética? “No. Como ya no casi no hay vírgenes, o que quieran donar su cabello, puede ser donante una mujer que ya no sea virgen, siempre y cuando su cabello sea bonito,responde el cura José Antonio Rivera, párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción.

La eternidad de una hebra

Es en la iglesia izalqueña de la Asunción donde se encuentra uno de los cabellos más antiguos de la imaginería devocional del país. José Manuel González cita: “La Virgen del Tránsito, o Virgen dormida, tiene una cabellera de finales del siglo XIX”.

Esta imagen permanece en una urna de cristal y “por el seguimiento fotográfico que hemos hecho de la imagen, hemos comprobado que el cabello es con el que vino, a finales de 1800”, argumenta González.

De hecho, el cabello de esta imagen se lava cada 10 años, según González, también curador de imágenes sacras, pues “el cabello, con el paso del tiempo, comienza a desintegrarse y está podrido. La última vez que se lavó fue hace cinco años”.

Otra cabellera antigua es la del Cristo yacente, conocido como Santo Entierro, de Sonsonate. La encargada de cuidar la cabellera es Carmen Rosales Hill, y especifica la edad de los rizos: “35 años”.

En Izalco, en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, el “Señor de las once”, nazareno del vía crucis, tiene una cabellera donada en 1940.

Aquí desaparece la virgen del exvoto capilar. El presidente de la Hermandad del Santo Entierro, David Sarmiento, señala: “El donador de la cabellera fue Humberto Velado, quien ya murió. Su familia era muy devota y él tenía un cabello muy largo y castaño, y nos lo regaló”.

En la parroquia izalqueña, la imagen de María Magdalena posee una cabellera de casi 80 centímetros de largo, traída de Hawai hace dos décadas. “La regaló una señora izalqueña que la trajo de allá. Es pura folklor”, dice Sarmiento. Ese folklor lo tenía también la madre de la nahuizalqueña Ada Rodríguez: “Mi mamá siempre nos decía: ‘Cuando me muera, córtenme el pelo y dénselo a la talla de Jesús". Pero cuando murió, nadie tuvo valor de tomar la tijera y cortarle el pelo”.

Cerca del cabello de las tallas

No llega la talla que hace alusión de un Jesús. Solo su cabello. Ha pasado un año dentro de la urna y es momento de arreglarse. Se acerca la Semana Santa y su nueva aparición pública.

Lo recibe la estilista Carmen Rosales de Hill desde hace 35 años. “Me lo trajeron esa vez porque la señora que había donado la cabellera era clienta mía y no le gustaba cómo habían pintado el cabello: tenía tres tonos distintos.”

Los rizos rubio cenizo de la talñla del Cristo yacente de Sonsonate, el célebre Santo Entierro, llegaron a ella para que, al estilo de la cuaresma, hiciera un milagro de peróxido en él.

Y lo hizo. Desde entonces Cristo vuelve en esencia y cabello a ella siete días antes de la semana mayor.

Estilista del “colocho”

Son 40 los rulos que doña Carmen coloca en la cabellera del Santo Entierro. Con mano que ya conoce el cabello, examina cada rizo cuando llega a ella.

“Esa vez le arreglé el tono, le hice los colochos”, dice, y agrega que, con el paso del tiempo, el cabello original ha sido intervenido. “Le pusimos más cabello hace tres años”, añade.

Una semana antes del Domingo de Ramos comienza el trabajo. Usa peine de dientes separados para no dañar la onda de la cabellera, pero es mejor que ella cuente cómo: “Me llevan (los directivos de la Hermandad del Santo Entierro) la cabellera que no se ha lavado en un año. Primero la sacudo, le saco el polvo, le deshago los colochos, luego la pongo en un poco de rinse, para suavizarla y que no se vaya a reventar, porque el pelo se enreda”.

Cabello de Virgen

Después del remojo, donde “no se usa chorro de agua porque lo daña, la lavo con champú, generalmente del que yo tenga, la seco, le pongo más rinse”, y empieza la multiplicación de los rizos: “Le pongo 40 rulos medianos, uno por colocho. L a dejo enrulada para que se seque. Tarda cuatro días”.

Hace seis años fue el último tinte del Santo Entierro, porque “el peróxido lo pudre, por eso no se hace cada año”, explica. Y también hace seis pidió que cambiaran la tela donde va tejido el cabello porque “ya estaba podrida”.

Para pintarlo, “voy agarrando los mechones y los pinto, nada más”, dice con naturalidad.

La cabellera de 45 centímetros de largo se colocó ayer sábado en Jesús. En un año volverá a manos de su estilista, a repetir el ritual del agua y el champú.

Los rizos y las aguas

“Todavía no se sabe cómo cuidar el cabello”, dice José Manuel González, catedrático de Historia del Arte y coordinador de liturgia de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, en Izalco.

En esta parroquia, a la imagen de la Virgen del Tránsito se le lava el cabello cada 10 años. La cabellera, de finales del siglo XIX, “ya no se toca, porque el cabello ya está bien podrido”, expresa González.

Pero el rizo característico de las cabelleras santas es necesario y en el sesgo decenal que se lava, se enriza. “La gente (en la Asunción) acostumbra a ponerle linaza como gelatina, para prolongar el rizo, y ocasionalmente se le pone fijador para que tenga brillo.”

No conocen el agua, en cambio, las cabelleras de la otra parroquia izalqueña, de Nuestra Señora de los Dolores.

En los 65 años que tiene la cabellera de la talla de “Jesús de las once” (traído en 1890 de Guatemala), en la iglesia de Dolores, lo han peinado una vez. “Una vez le hicieron unos colochos, pero se veía como si venía de la playa, y el rostro que se supone presento el Señor es de dolor, de angustia, así que lo mandamos a que le estiraran sus colochos, y desde entonces no lo peinamos, ni le lavamos la cabellera”, dice David Sarmiento, encargado de las imágenes del vía crucis izalqueño.

Este nazareno de 1.80 metros de altura permanece en su altar; cuando llega la Semana Santa y el momento de la procesión “le desempolvamos la cabellera, y ya está”.

Al Nazareno lo acompañan la Virgen Dolorosa y María Magdalena. A ellas tampoco se les toca o pinta el cabello, por indicación de Sarmiento: “Las cabelleras no se pueden mandar a peinar porque el pelo es natural, no podemos ponerle químicos, ni agua porque eso arruina pelo”.

El cabello de María Magdalena es joven: 20 años, pero el de la Virgen Dolorosa, según indica Sarmiento, “fue donado como en 1800. Esa cabellera no se toca”.

Para confeccionar la cabellera de una talla, se necesitan, según González y Rosales de Hill, al menos tres cabelleras humanas. Y así se enhebran los hombres y los santos.






Rizos humanos.

FOTO GRACIAS A calowaldo
Parte del realismo de la imaginería sacra reside
en el cabello humano con que se corona a los santos.
Esta cabellera del Santo Entierro de Sonsonate
está pintada de rubio cenizo desde hace 35 años.


Antes, el cabello, los ojos y las pestañas eran labradas en madera, con fina y delicada talladura realista.

El historiador de arte Héctor Sermeño explica: “No solo es importante la cabellera, también los ojos de vidrio y las pestañas, naturales o de cabello de cuadrúpedos como el caballo o el camello”.

El “Jesús de las once”, de Izalco, posee pestañas de cabello de res.

“Las pestañas son importantes en las imágenes de la Virgen de Dolores y los nazarenos, yacentes y o de vía crucis, para hacerlas visualmente más atractivas ante los feligreses”, anota Sermeño y agrega: “Las vírgenes que lloran, como la Dolorosa y María Magdalena, y los santos varones, como San Juan, tienen los ojos hacia arriba, eso permite apreciar el cabello natural de los ojos”.

Esto agrega realismo al sufrimiento. Para ello, el dolor de la Semana Santa se transmite además por los rostros compungidos y llorosos de los santos: “Antes las lágrimas eran pintadas con barniz; ahora se les ponen con silicón”, señala Sermeño.

También el siglo XVI comenzaron a aparecer las “imágenes de vestir” lo cual facilitaba la labor del imaginero, pues antes el vestuario era labrado en la madera de la imagen.




Jesús Nazareno de Sonsonate por Dcea_Inst, en Flickr
Las imágenes sacras comenzaron a utilizar cabello natural,
ojos de vidrio y pestañas a finales del siglo XVI.
Consagrada Imagen De Jesus Nazareno, Catedral de Sonsonate






Nota gracias gracias a: La Prensa Gráfica




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