View Single Post
  #96  
Old Posted Mar 25, 2013, 10:08 PM
-*Casa Saboya*- -*Casa Saboya*- is offline
Registered User
 
Join Date: Jan 2010
Posts: 215
Parte II

Etnografía de Cuaresma y
Semana Santa en Ilobasco


Procesión de la resurreción en Ilobasco

Por Ramón D. Rivas

Para la “procesión del silencio”, oos informantes cuentan al respecto que «era algo imponente ver cómo aquellos hombres caminaban por la calles empedradas y en la oscuridad de la noche sin decir palabra. Cada persona llevaba consigo una vela de cera encendida. Adelante, un hombre tocaba en forma pausada una corneta y un tambor». En el atrio de la iglesia, el sacerdote que acompañaba la procesión acostumbraba decir un sermón a las doce de la noche en punto. Después del sermón, la procesión regresaba a la iglesia del centro, llegando de madrugada. Las tres iglesias de la ciudad se mantenían abiertas hasta muy tarde de la noche y la gente recorría el pueblo, en grupos, visitando las iglesias para rezar las estaciones durante su caminata por la calle y “el rosario” en cada una de las iglesias.

El Vía crucis del Viernes Santo, que partía a las diez de la mañana de la Iglesia del Centro, era acompañado por hombres vestidos de, “judíos”. Las mujeres llevaban la imagen de la Virgen Santísima para “el encuentro”. La Verónica salía, por allí por el mercado, al encuentro del Señor para limpiarle el rostro. Tres señoritas acompañaban a La Verónica. Esta era, por lo general, «una niña muy bien escogida en el pueblo».

Hubo una época en la que se estableció que, para el Vía crucis del Viernes Santo, los hombres se vistieran de cucuruchos, vestidos y tapados de la cabeza hasta los pies con ropas moradas. Un hombre que imitaba a Simón el pirineo, era apresado de entre la multitud por los “judíos”, durante el Vía crucis, y obligado a ayudarle a Jesús a cargar la cruz. La imagen de Jesús era crucificada en el atrio de la iglesia de El Calvario, bajo un radiante sol de verano, entre las doce y una del medio día. En el atrio de la iglesia, toda la tarde era de oración.

En la década de 1960 la Hermandad del Santo Vía crucis dispuso instalar altoparlantes en el campanario, y, desde allí, después de la crucifixión, se escuchaba música de reflexión. Para el mismo viernes , por la tarde, un hombre vestido de judío, llamado El Martirio, acostumbraba recorrer las calles de la ciudad. Este hombre llevaba consigo una enorme cadena de metal con la que hacía ruido por las calles empedradas. Para este sexto día de guardar o “día mayor”, la gente en sus casas, acostumbraba comer torrejas en miel, turrón crudo, “coyoles” (Semillas de palmera), jocotes en miel y pescado seco envuelto en huevo, conocido popularmente como pescado calzado. Toda la tarde, ese día, Viernes Santo, había gente que se dedicaba a hacer decorativas alfombras, en las calles desiertas de vehículos y carretas hechas en su mayoría de aserrín coloreado, sal y flores de la época, por donde iba a pasar la procesión del Santo Entierro.

La gente acostumbraba, después de haber visitado la imagen de Jesús Crucificado, en El Calvario, recorrer las calles del pueblo para ver a la gente elaborando las alfombras sobre las calles empedradas, que eran unas verdaderas obras de arte. El Viernes Santo, al atardecer, a eso de las seis y media, comenzaba el sermón del padre en el atrio de la ermita de El Calvario, y posteriormente se daba inicio a la procesión de el Santo Entierro que recorría, de punta a punta, la ciudad. La procesión era acompañada por toda la gente de la ciudad. Todo mundo que participaba vestía de negro y se alumbraba con una candela de cera. Además, la procesión era acompañada por todas las asociaciones de la parroquia.

Las Hijas de María iban con los estandartes en donde se indicaban los siete dolores de la Virgen María y las Guardias del Santísimo llevaban los estandartes con las siete palabras de Jesús. La Verónica y las tres Marías acompañaban, vestidas de negro, esta procesión. Los miembros de la Hermandad del Santo Entierro, iban vestidos de saco y corbata. Para cargar la urna había que pagar, y los boletos se vendían desde tempranas horas de la tarde.

Los boletos no alcanzaban, y era motivo de tristeza para aquellos hombres que no podían hacerse de uno de ellos, pues el hecho de cargar era más que todo un acto de penitencia. Hasta 1935, la urna en que se encuentra la imagen de Jesús crucificado y que se usa para el Santo Entierro era liviana y de vidrio. En 1935, por iniciativa de don Juan Saca, se mandó a construir la actual urna con la colaboración de la feligresía de la ciudad y el municipio. Un grupo de hombres acompañaron, por algún tiempo, a este señor en su visita a los diferentes cantones y casas de la ciudad para solicitar contribución para la construcción de la urna.

En cada cantón organizaban lo que se llamaba entradas. Estas actividades se realizaban precisamente en la entrada de cada cantón. Los mayordomos de las ermitas y su grupo de apoyo, en cada uno de sus cantones, unos días antes de que les tocara su entrada, mandaban a hacer rosas de papel, y ya el día de la entrada, aquellas personas que colaboraban con cinco colones, tenían derecho a una rosa. El recibir una rosa era motivo de honor y fervor religioso.

Hasta la procesión del Santo entierro, era don Eulalio Guardado, un campesino alto, de cara seria, en vez de zapatos usaba caites, presidente de los Caballeros de Cristo Rey por décadas y Comisionado cantonal por los gobiernos oficiales, era quien cuidaba del orden en las procesiones con su sequito de “Caballeros” que no dudaban en apalear con su garrote en forma de cruz, a cualquier sospechoso de sembrar desorden.

El Sábado de Gloria, por la mañana, era la bendición de agua, animales, candelas, estampas y semillas en el atrio de la iglesia parroquial San Miguel. Por la tarde se realizaba la Procesión de La Soledad. En esta se acompañaba a las imágenes de San Juan, la Magdalena y la Virgen Dolorosa.

Estas Imágenes eran cargadas por las señoras de la Guardia del Santísimo, y unos jóvenes cargaban ángeles vestidos de blanco recorriendo las principales calles de Ilobasco. En esta procesión solo participaban mujeres. El mismo sábado, por la tarde, y ya entrada la noche, salía la procesión de la cruz, en la que participaban solo mujeres. Un buen grupo de mujeres caminaba cargando la cruz y rezando “el rosario”.

También, es día por la mañana, acostumbraba salir un hombre con un niño a pedir dinero para hacer un muñeco grande simbolizando a Judas Izcariote. El muñeco era hecho de zacate y lo colgaban de las ramas de un frondoso árbol de mazapán en la plaza de El Calvario y le daban fuego, a las propias seis de la tarde. La gente gritaba: «¡Están quemando a Judas…!». Y alguno que otro “bolito” esquinero también se unía al coro gritando: «¡Quemen a ese hijo de puta…!». El Domingo de Resurrección, la iglesia de El Calvario no se cerraba toda la noche, pues desde allí saldría la procesión de Jesús resucitado por las principales calles de Ilobasco con rumbo a la iglesia parroquial.

A las cuatro de la mañana comenzaban los hombres a correr por las calles de la ciudad cargando la imagen de San Juan, «llevando y trayendo mensajes entre Jesús Resucitado y la Virgen Santísima». A lo que la gente gritaba: «¿Qué le dijo, qué le dijo?». «¡San Juan y María Magdalena daban el aviso que Jesús había resucitado!». Música de la banda municipal y cohetes alegraban todo ese acontecimiento de la fiesta de la resurrección.

El Domingo de Resurrección, la gente acostumbraba, después de la misa de las ocho de la mañana en la iglesia parroquial, ir de paseo al río El Molino, a nla poza El Frío, al río Lempa, a río Los Frailes y hasta el río Titihuapa. Con esto cuaresma y emana santa habían terminado y el pueblo se preparaba para la próxima celebración religiosa, siguiendo los lineamientos el calendario de la iglesia.


Nota gracias gracias a: Diario CoLatino


.
Reply With Quote