View Single Post
  #1  
Old Posted Dec 2, 2008, 3:45 PM
Claudia-Cba's Avatar
Claudia-Cba Claudia-Cba is offline
Sigo rulando...
 
Join Date: Aug 2008
Location: Córdoba
Posts: 4,599
ARQUITECTOS ARGENTINOS II - José Ignacio “Togo” Díaz

Los edificios cordobeses pretenden entablar un diálogo o relación con otros edificios próximos, a la vez de contribuir a la consolidación de una imagen ladrillera para Nueva Córdoba, iniciada en su momento por la numerosa y elogiable obra del arquitecto José Ignacio Díaz y continuada por muchos otros.


Entrevista con José Ignacio “Togo” Díaz / Arquitecto

El hombre que creó la Córdoba de los ladrillos

“Pese a que yo construí mucho en Nueva Córdoba, creo que hace 20 años debió congelarse la altura en 10 metros para proteger el sector".




Para los cordobeses, sobre todo si tienen menos de 45 años, los edificios de ladrillo a la vista que pueblan el centro de la ciudad y las calles de Nueva Córdoba son algo así como las tipas de la Cañada. Como si siempre hubieran estado ahí. Pero a las tipas las plantó Heraldo Nicolea en 1948 y a los edificios los creó José Ignacio “Togo” Díaz en los años ’60. Y los sigue creando.

“El Togo”, tal vez uno de los apodos más institucionalizados de Córdoba, tiene 81 años y diseñó 170 edificios, todos con un tratamiento volumétrico destacado y la inmensa mayoría forrados de ladrillos a la vista. Su mano también le dio forma a unas 400 casas que pueblan revistas de diseño. Hoy trabaja en un edificio en Río Cuarto y en un mega proyecto en Córdoba de la firma José Srur, y además dirige con pasión la construcción de varias viviendas: es ese trabajo personal y esa tarea de dar albergue arquitectónico a la intimidad doméstica de sus clientes la que más le gusta. Socio Gerente de Díaz y Losada S. R. L., 1964-1990. Recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Católica de Córdoba.

Su obra es parte constituyente de la Córdoba actual. Su apellido también lo fue del pasado: su abuelo José Ignacio Díaz le dio nombre a varios barrios, y el abuelo de su abuelo fue el ex gobernador José Javier Díaz. El de su madre, fue Heriberto Martínez, también con calle propia. Tanta historia no lo salvó de pelearla duro: trabajó los 12 años que fue estudiante en la Universidad Nacional de Córdoba y comenzó a diseñar casas bastante antes de recibirse. Se recibió en la Universidad Nacional de Córdoba en 1959.Se ha dedicado a la pintura y participó de muestras colectivas e individuales. Realizó los murales del Hotel Panorama de Córdoba.





“¿A cuál de mis obras quiero más?, a las que estoy haciendo ahora...” dice con picardía. Pero después va a los comienzos: “Hay una casa de piedra que hice en Villa del Lago cuando aún no era arquitecto. Son dos cubos unidos por un puente. Fue una de mis primeras obras y creo que consciente o inconscientemente es la estructura que he reiterado en muchos edificios. Por supuesto que fueron enormes las satisfacciones que me dieron los edificios más conocidos, en especial el escalonado de San Juan y Cañada”, comenta. Es sobre esos edificios que marcaron a fuego el perfil céntrico de Córdoba que gira esta charla.

–¿Cómo fue el camino que lo llevó a elegir el ladrillo?

–En Córdoba, en los ’60 ya había una trayectoria muy interesante de casas de ladrillo a la vista. Yo había hecho varias sin ser arquitecto. Pero nunca un edificio. Un día un amigo, el arquitecto Horacio Berreta, me dijo: si hacés casas de ladrillo, porque no hacés edificios de ladrillo? Yo acababa de hacer un edificio en Figueroa Alcorta 50, me imaginé esa estructura revestida de ladrillo y me gustó. Empecé a probar, a encontrar otras formas, a buscar volúmenes y pliegues, y no paré más.

–¿La elección fue por razones estéticas o por las prestaciones del ladrillo?

–El ladrillo mantiene la temperatura interior como ningún otro material. Es durable, no se altera, no requiere mantenimiento. Estamos hablando de edificios tienen entre 30 y 40 años y no se deterioraron. Claro que no son los ladrillos de hoy. Pero yo también aprendí a trabajar el ladrillo, y lo aprendieron los capataces de las obras junto conmigo. Vinieron las curvas, los volúmenes, los tratamientos de los contrafrentes, y unas buenas resoluciones de medianeras.

–¿Cuál fue el primer edificio de ladrillo que hizo?

–Está en Obispo Trejo y San Juan, es de los ‘60.

–¿Los cordobeses los aceptaron rápidamente?

–Tuvieron, en muy poco tiempo, una gran aceptación. Una vez una señora vino a pedir un departamento en un edificio determinado, porque le gustaba la fachada. Eso es hacer algo que identifica, y para mí es muy gratificante que alguien diga que vive en el edificio escalonado, que sean obras con una individualidad pese a ser todas de los mismos ladrillos. Yo sé que muchos consideran que tanto ladrillo hizo una ciudad oscura. Pero también se que esos diseños que les encantan a los europeos y a los visitantes en general.





–¿Cómo ve a Córdoba hoy? Cómo la están tratando los arquitectos?

–El caso que más llama a la reflexión es Nueva Córdoba. Pese a que yo hice tantos edificios en esa zona, creo que hace 20 años debió congelarse la altura en 10 metros. Con una reglamentación así, los inversores se hubieran ido a otros sectores hace dos décadas, hubieran ido al río, hubieran buscado áreas degradadas. Hoy la ciudad está escapando hacia el río, y eso realmente me alegra mucho. Las ciudades clásicas mantienen sus áreas valiosas y ofrecen otras alternativas para la construcción. Córdoba no hizo ese camino y es una pena, porque perdió mucho. El código de edificación colaboró, porque tuvo cambios desfavorables desde el momento en que permitió mayores factores de ocupación: se volvieron locos por la ocupación máxima a costa de los diseños, de los volúmenes. Se saturan los lotes para conseguir la máxima rentabilidad.

–Es muy fuerte el contraste entre sus ladrillos y el vidrio predominante de los edificios más nuevos.

–Yo incluyo también el vidrio, los contrastes me interesan mucho. Al predominio absoluto del vidrio lo respeto como idea ajena, pero no la comparto. Acá no somos lo suficientemente ricos para eso. Hay que tener en cuenta que el vidrio cuesta más, requiere más aire acondicionado, más calefacción, y hay que pensar en alternativas para la limpieza, porque Córdoba no es Nueva York, donde siempre hay alguien colgado limpiando vidrios. Todo eso tiene un alto costo de mantenimiento, en un país donde por lo general las obras no se mantienen. Si la arquitectura no piensa en estas cosas, estamos en problemas.

–¿Hasta cuándo piensa seguir haciendo planos?

–Hasta que me saquen el lápiz a pisotones, o me llamen de arriba. Tengo 81 y no me jubilé. Lo haré sólo si encuentro la forma de poder seguir trabajando.





Entre obras, pinceles y aulas

Título demorado. José Ignacio "Togo" Díaz obtuvo su título de arquitecto en la Universidad Nacional de Córdoba en 1959. Dice que no fue un ejemplo como estudiante: trabajó siempre y tardó 12 años en graduarse.

Arquitecto infatigable. Diseñó casas mucho antes de recibirse. Desde los ‘60 su tarea como arquitecto –y también constructor– incluyó unos 170 edificios, la inmensa mayoría de ladrillo a la vista. Unos 150 están en el Centro y Nueva Córdoba. También lleva diseñadas unas 400 casas.

Carrera docente. En los períodos 1959/1972 y 2002/2007 fue profesor en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Córdoba (UCC). Entre 1969 y 1972 también fue decano de esa casa de estudios. Profesor Titular de la Cátedra Arquitectura I y II de la Universidad Católica de Córdoba, 1966. Decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Córdoba, 1969-1971. Profesor de Tesis de la Universidad Católica de Córdoba, 1973. Es profesor emérito y doctor honoris causa de la UCC.

Reconocimiento. Su obra arquitectónica fue expuesta y publicada en libros y revistas especializadas de Estados Unidos, España, Colombia, Italia, Portugal, Suecia, Noruega, Brasil, Chile y Argentina. Ha publicado obras en libros, en numerosas revistas de arquitectura, periódicos nacionales y extranjeros.

Lluvia de premios. Entre muchos, sobresalen el Konex (1992), el de Arquitecto constructor más destacado de América (1994, Federación Panamericana de Arquitectos), el de la Academia Nacional de Bellas Artes (2007).

Premios obtenidos: Premio otorgado por la Academia Internacional de Sofía Bulgaria en la Bienal Internacional de Arquitectura, 1989; Medalla de Honor al arquitecto empresario más destacado de América, 1994.

Pinceles. Los últimos 20 años, desarrolló una amplia obra pictórica en la que predominan las acuarelas. Realizó numerosas muestras.

“Yo dibujo el día entero”

Desde que quebró su empresa –se trata de Díaz y Lozada, constructora de decenas de edificios de ladrillo a la vista– el estudio donde trabaja José Ignacio “Togo” Díaz está en una ampliación de la misma casa donde vive desde hace décadas, en Parque Vélez Sársfield.

En ese lugar crecieron sus cuatro hijos –la mayor es arquitecta y los tres hijos también están vinculados con la construcción y al mercado inmobiliario– y jugaron sus 12 nietos. Su esposa, también es arquitecta.

El estudio tiene tableros llenos de planos dibujados a mano. No hay computadora. “Yo dibujo todo. Desde el boceto hasta el detalle más fino. Después delego y al trabajo digital lo hacen otros. No sé ni mandar un mail”, explica. En el estudio, en efecto, no hay computadora. Pero hay caballetes, abundan los pinceles y las paredes muestran numerosas acuarelas de “Togo” Díaz. Sin embargo, asegura que no pinta desde hace un año, por la cantidad de trabajo que tiene como arquitecto.

“El dibujo y la pintura fueron la base. A los siete años, que me aplazaban porque me pescaban dibujando en clase. Mi padre era hombre de campo, pero también fue un tiempo martillero. Me traía los volantes de anuncios de remates y yo dibujaba ahí. Hacíamos historias dibujadas con mi hermano. La enseñanza primaria era muy buena, ahí aprendí a acuarelar, es lo mismo que hago ahora cuando puedo. Después, en el Monserrat, la enseñanza humanista fue fundamental, porque tuve profesores que supieron despertarme el amor por las artes plásticas. Después llegó la Facultad de Arquitectura, con docentes de la talla de Carlos Camiloni y Edelmiro Lezcano Ceballos. Yo sigo esas enseñanzas y en la práctica dibujo el día entero. Al lado de la cama tengo un block, me despierto y le digo a mi mujer, ya sé como resolver lo que quiere tal o cual cliente”, explica.




-------------------

Fuente: www.lavozdelinterior.com.ar
Fotos: Bajadas de páginas de arquitectura, de QEUN, y propias.
__________________
"Finding beauty in the unexpected"
Reply With Quote