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Old Posted Feb 24, 2013, 9:37 PM
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Cuaresma el salvador 2013

Tradición de dolor en
La calle de La Amargura

Solemne vía crucis
Calle de la Amargura- San Salvador

Reseña histórica del escenario de la procesión de
Cuaresma y Semana Santa más representativa de la capital



Por Héctor Ismael Sermeño


Fue una de las más largas de las calles coloniales desde mediados del siglo XVI. Equivalió, y todavía, a más de mil metros lineales. Formó parte de las primeras ocho calles de la ya, en ese momento, Ciudad de San Salvador; hoy es la sexta calle oriente- poniente. Fue antes y quiere volver a ser: la Calle de la Amargura.

La nomenclatura de las ciudades fundadas por los españoles no era igual que la de hoy. No había avenidas y todas eran llamadas calles, exceptuando algunas de mayor importancia que las denominaban calzadas. Estas calles tomaban el nombre de algún edificio relevante o de algún santo, también de algún hecho histórico. Así había en San Salvador, la calle de la Parroquia, la del Monte de Añil, del Cabildo, de Santo Domingo, de San Francisco, de La Merced, de la Esperanza, etc.

De tal manera que la calle de la Amargura hacía y hace referencia, a la denominación religiosa del camino que Jesucristo, caminó hacia el Monte de la Calavera con la cruz a cuestas y luego crucificado en dicho monte. Calles con esa denominación existen en muchas partes del mundo cristiano, al igual que templos dedicados al culto de este proceso y que denominan “El Calvario”, que quiere decir de la o las calaveras y que era uno de los tantos sitios en donde se crucificaba a los condenados a muerte por el gobierno de Roma Antigua, en este caso en Jerusalén. Cristo fue unos de esos crucificados.

Según algunas fuentes, en 1660, dada la importancia de San Salvador y su crecimiento poblacional; el obispo de Guatemala, Payo de Rivera , dio la autorización para la construcción del un templo para atender las actividades de la Cuaresma y de la Semana Santa, ya que eran la Parroquia Central y otros templos quienes llevaban a cabo dichas actividades. Se pretendía entonces que existiera un templo dedicado de manera particular para los rituales respectivos de la época, sin que dejaran hacerlo de manera más discreta en las otras iglesias y conventos.

El templo no se llamó siempre “El Calvario”, en 1740, el alcalde mayor de San Salvador, general Don Manuel de Gálvez y Corral, describe y detalla la lista de edificios religiosos sansalvadoreños y escribe “además existen tres ermitas, la una dedicada a San Francisco de Paula, que sirve de Calvario, otra de San Esteban y otra a Nuestra Señora de la Presentación”. Sirve de Calvario dice el cronista, no dice que se llama de esa manera. Eso no quiere decir que no cumpliera las funciones antes detalladas. Porque el nombre “de la Amargura,” si lo tenía la Calle. Vemos que la vía tiene más de tres siglos y medio y conserva los dos sitios histórico-religiosos que fueron y son sus límites: El actual Calvario y San Esteban.

En 1623, La orden Mercedaria construye convento y templo dedicados a Nuestra Señora de la Merced, sobre la Calle de La Amargura. Continúa en el mismo sitio, y San Esteban que nunca fue parroquia, sigue siendo ermita y ahora Capellanía dependiendo de la parroquia de La Merced. La calle pues, ha tenido casi desde sus inicios, tres sitios religiosos de importancia.

EL CALVARIO Y LAS PROCESIONES

El actual templo de El Calvario se levanta, posiblemente por sexta o séptima vez, después de los terribles terremotos de los siglos XVIII y XIX, que prácticamente borraron del mapa a la antigua Capital Provincial y luego San Salvador y su primera historia como capital del nuevo Estado y después República. Sustituye al incendiado en 1908, construido en estilo neoclásico, con algunos referente barrocos, después del terremoto de 1854, según podemos apreciar en el grabado publicado por Guillermo J. Dawson, el año de 1890, en su libro: “Geografía Elemental de la República del Salvador” y si bien era de muy buen diseño y amplitud, era de menor tamaño que el que podemos apreciar hoy día.

De estilo neogótico, el edificio actual fue diseñado por los ingenieros italianos Uberto Goria y Francisco Mannasero y la construcción fue supervisada por el Arq. Augusto César Baratta. La primera piedra se colocó en 1911 y la construcción inició fuertemente en 1917, después del terremoto de ese año. Sin haber sido terminado, se pre inauguró en mayo de 1932 y nuevamente en mayo de 1936. Se utilizó para los servicios religiosos, pero fue finalizado totalmente en febrero de 1950 y consagrado en enero de 1951, por el entonces Arzobispo Metropolitano, Monseñor Luis Chávez y González. El cemento armado adquirió categoría de obra de arte en este templo.

El monumental edificio en forma de cruz latina es realmente grandioso. Posee retablos del mejor mármol italiano y un excelente vía crucis en alto relieve en placas, también de mármol, único en El Salvador. En la neogótica fachada posee dos torres laterales y esculturas del mismo movimiento artístico, adaptado al siglo XX (por eso se llama neo gótico, porque recoge los elementos góticos europeos de las catedrales medievales).

Las procesiones, patrimonio intangible de los salvadoreños, se llevan a cabo, fundamentalmente, sobre la calle de La Amargura. Algunas como la de La Soledad y El Santo Entierro, cambian en parte su recorrido. La participación de los ciudadanos sigue siendo de gran nivel. Pese a estar en una ubicación que le crea problemas con vendedores informales, mercados y comercio formal, las procesiones llegan a tener los viernes santos, más de cincuenta mil participantes. Es algo excepcional ya que se llevan a cabo más de un centenar de procesiones similares en el Gran San Salvador. De esto se desprende que las tradiciones siguen vigentes, que continúan siendo punto de encuentro, y que, antropológicamente, la otredad se manifiesta independientemente de los análisis sociológicos o filosóficos desde la distancia académica y de la comodidad de la no participación de los eventos similares, de un sector de clase media y alta que desprecia a priori las manifestaciones culturales del Centro Histórico, desde el escritorio o del sillón frente al televisor, incluso desde la playa o similares. A muchas personas les cuesta entender que son precisamente estas manifestaciones culturales que incluyen ritos y hasta gastronomía, las que nos hacen ser más salvadoreños que los centros comerciales gigantescos de moda o las “actividades vacacionales”. Tampoco se les quita su importancia socio antropológica a estos sitios, pero no pueden sustituir siglos de conducta social heredada convertida en identidades nacionales.

Los rituales procesionales, al igual que muchos de las religiones similares a la Católica, tales como la budista o la brahamanista, son muestras parateatrales con la mayor participación popular a lo largo de los siglos que han fundamentado la fe. Las explicaciones científicas se vuelven intrascendentes, ante estas expresiones culturales que mueven miles y hasta millones de participantes. Hay algo más que fanatismo e ignorancia en ello, también es querer ser y existir, querer sentir pertenencia a una sociedad y tratar de olvidar sentimientos negativos sobre la vida. Es muy difícil entenderlo, es más fácil atacar, también es fácil participar. En fin.



Nota gracias a: CONCULTURA
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