Dejamos la ciudad de Ushuaia para dirigirnos al día siguiente a unos 19 km de ella, a uno de los centros invernales llamado
"Valle de Lobos"... Un lugar con mucha nieve, entre los valles Carbajal y Tierra Mayor, cerca del cerrro Redondo, entre bosques de lengas... Fuimos con la idea de vivir una experiencia distinta, diferente... andar en trineos tirados por esos maravillosos perros, que son sin duda los grandes protagonistas de ese lugar, además de su dueño, de quien ya les contaré la historia...
En
Valle de Lobos tienen "apenas" 70 perros huskies entre alaskanos y siberianos. Cada perro tiene su "cucha", un tambor tan azul como la mirada de más de uno de ellos a la que sólo entran cuando llueve, porque no les gusta mojarse, aunque adoran la nieve... Son muy tranquilos, muy dóciles, y enseguida se hacen amigos de cualquiera que les dé unos mimos...
Yo estaba en
MI lugar, amo esos perros gracias a mi hermano y a Pampa, su siberiano... Antes me daban miedo, los veía más lobos que perro y me atemorizaba su mirada. Hasta que Pampa llegó a la vida de mi hermano y de todos nosotros. Resultó ser un excelente animal, se crió en un departamento de un ambiente (aunque no dejó sana ni una sola planta, ya que le encantaba acostarse en los maceteros!!). Años despues cuando nacieron mis sobrinas pasó a ser la mascota y cuidador de las pequeñas, y hoy, con sus 11 años cumplidos es la adoración de Renata, la más chica de mis sobrinas...
La mirada de Pampa
Nos preparamos para subir al trineo siguiendo las instrucciones del
musher, el guía, y empezamos a recorrer, aunque diría a correr por esos bosques de lengas llenos de nieve... El día estaba muy nublado, y caía intermitentemente una fría nevisca y una molesta llovizna.
Menos mal que alquilamos botas y pantalones para ir allí, así pudimos a pesar de todo, disfrutar de la experiencia, de los perros, del paisaje y de lo que más nos impresionó: el silencio...
Después de andar un buen trecho, dejamos el bosque y llegamos a una pampa completamente blanca... rodeada de montañas, donde no se distinguía el cielo de las cumbres blancas...
En este mágico y silencioso sitio nos bajamos del trineo a sacar fotos, charlar con el musher (el conductor del trineo) y mimar a los pichichos...
Esto continúa con más de este maravilloso lugar... espero que no se hayan congelado al mirar estas fotos (y perdón si están como nubladas, pero se me mojaba y empañaba el lente de la cámara...
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