23-Marzo-2010
Joya de cantera toma su camino
Arturo Páramo
Ingenieros capitalinos demuestran que no es necesario demoler los inmuebles antiguos para que la ciudad cobre alturaCuando Sir Patryck Ohey proyectó la casa de cantera rosa que mira a la ciudad, desde 1929, desde la esquina del Paseo de la Reforma y Río Elba, nunca imaginó que la edificación se alejaría unos metros del punto que él dispuso y menos aún que, sobre ella, se construiría el edificio más alto de México.
El espíritu caballeroso del personaje inglés, de hecho, parece haber impregnado a su ecléctico caserón, el cual, al ver acercarse a una alta torre, amablemente se levantó de su sitio y le cedió el paso.
Fue entre el 13 y 14 de febrero pasados, que la casa de cantera, que fuera residencia de descanso, restaurante y club nocturno, se preparó para su “mudanza”, planeada para preservar esta pequeña parte del patrimonio inmobiliario de la Ciudad de México, en una época en la que las casas antiguas son depredadas por desarrolladores inmobiliarios, siempre ávidos de predios dónde erigir nuevos proyectos arquitectónicos, en una urbe donde el espacio se agotó hace décadas.
Para poder desplazar desde sus cimientos la antigua edificación, fue necesario construir una “charola” de concreto debajo, que fue montada, a su vez, sobre una retícula de vigas de cemento reforzado que hicieron las veces de cama, una cama de piedra, que permitió levitar la pesada estructura.
Los trabajos previos fueron laboriosos, pues la misión de mover la casa fue dificultada por un reto extra: hacerlo en no más de tres horas.
Se colocaron gatos hidráulicos debajo de la estructura y se movió 18 metros hacia el norte, para permitir la construcción de los muros Milán, que soportarán la estructura de la Torre.
El movimiento de la casa fue aprobado por el Instituto Nacional de Bellas Artes, la Secretaría de Desarrollo urbano y Vivienda, la delegación Cuauhtémoc, y estuvo a cargo del arquitecto Roberto Meli.
“Requeríamos movilizar, de manera temporal, a una distancia de 18 metros, la ubicación actual de la casa, por un periodo de 12 semanas, tiempo en el cual trabajaremos en la construcción de los nueve sótanos de estacionamiento de la Torre”, señala Meli.
El traslado de la casa estuvo a cargo de las empresas constructoras ALE y Bobis Lend Lease, así como de las empresas de diseño VAMISA y DITEC.
Una vez construida la primera fase del que será el nuevo rascacielos más alto de la República (el cual destronará a su vecina cercana, la Torre Mayor), la casona de cantera rosa se alzará de nuevo y realizará el camino de regreso a su posición original, lo que ocurrirá en los próximos meses, una vez que se hayan construido los estacionamientos y sótano en esa parte del edificio.
Entonces, torre y casona quedarán hermanados para siempre, en un concepto que integre lo antiguo con lo contemporáneo.
De acuerdo con el despacho LBR Arquitectos, encargado del proyecto, la casa rosada será incorporada al moderno diseño del rascacielos, para enriquecerlo.
“Su arquitectura, representativa de la época, hace que el inmueble tenga un importante valor cultural dentro del contexto urbano de la zona.
“Por ese motivo, desde la conceptualización del proyecto consideramos conveniente incorporarla en su totalidad a esta nueva obra”, destaca un dossier informativo de Torre Reforma.
Una vez restituida en su lugar, la casa de cantera rosa será convertida en librería y cafetería. El inmueble de ochenta años de antigüedad estará integrado a una plazoleta que dará acceso al lobby de Torre Reforma.
Parte de la Torre estará construida sobre la casa rosada, de acuerdo con las proyecciones de LBR Arquitectos.
Historia
En 1929, el empresario inglés sir Patrick Ohey encargó a Joaquín Capilla el diseño de la casona de cantera, siguiendo el sueño de su esposa.
Lamentablemente, ella murió antes de que terminara la construcción.
Después de ese infortunio, la casa fue vendida a los Ramírez Arellano.
Posteriormente, fue alquilada por la familia Méndez; después pasó a manos de Cuquita Palafox.
Su uso fue por mucho tiempo residencial, luego fungió como restaurante del ex banquero Ángel Isidoro Rodríguez, El Divino, y su última función fue de club nocturno con el nombre de Living.
Por su antigüedad y diseño está catalogada por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) como Monumento Artístico (1982 – “Valor estético relevante”-), por lo que no puede ser demolida ni modificada.
Las colonias Roma, Condesa, Centro, Polanco, Juárez y San Ángel Inn han sido el escenario de las principales batallas en defensa del patrimonio inmobiliario de la Ciudad de México.
En estas colonias se encuentra 10% de los inmuebles del país catalogados como con valor histórico o artístico, tanto por el INBA como por el INAH.
Son éstas, también, los enclaves de mayor valor inmobiliario, lo que las ha puesto a merced de los especuladores.