Descifran el Arco Bicentenario
Excélsior
Lunes 30 de Marzo del 2009, Ciudad de México, D. F.- Una “cosa extraña” que no representa a un país moderno; un concepto susceptible de ser interpretado “de mil maneras”; o una propuesta difícil de “leer”, porque la convocatoria no argumenta por qué se escogió esta figura. El arco como condición para idear el monumento conmemorativo del Bicentenario de la Independencia mexicana ha complicado el trabajo de algunos arquitectos que concursarán para construirlo.
Bernardo Gómez-Pimienta, Fernando González Gortázar y Mauricio Rocha Iturbide, quienes tienen hasta hoy para presentar un anteproyecto, comentan por separado los desafíos que enfrentaron al aceptar la invitación que los gobiernos federal y capitalino hicieron el pasado 26 de enero a 35 proyectistas para participar en este concurso nacional.
“Todo ha sido complicado y un reto resolver: el tiempo, el terreno, el arco que piden evocar, pues éste no es un emblema de un país moderno, lo usaron mucho los romanos y casi no se hicieron arcos en el siglo XX”, explica Gómez-Pimienta.
El área del Paseo de la Reforma donde se erigirá el monumento –la plaza delimitada por la Secretaría de Salud, la Puerta de los Leones del Bosque de Chapultepec y el Parque Ariel, a un costado de la Torre Mayor– le parece estrecha al director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Anáhuac.
“Es un terreno que casi no existe, está muy apretado. No hay dimensión para meter un arco, sólo un árbol de Navidad cabe ahí, que es lo que se había instalado desde hace unos años. Pensar en otro lugar no sería mala idea”, dice.
El titular del despacho BGP Arquitectura piensa que la falta de planeación del concurso hace que se proyecte con prisa. “La Torre Mayor y otros edificios nuevos de más de 200 metros que se construirán en la zona representan una dificultad extra: cómo hacer un arco que no parezca un cenicero. Es un desafío interesante de superar”, señala.
La complejidad del monumento, cuya construcción debe arrancar en junio próximo, para inaugurarse el 15 de septiembre de 2010, es ratificada por González Gortázar y Rocha Iturbide, quienes aclaran que se tomaron la libertad de trabajar a partir del significado del arco; no lo concibieron como una indicación literal.
“Un arco no es una forma, sino un concepto, y éste es susceptible de ser interpretado de mil maneras: desde la óptica de su creador, de su momento histórico y de sus técnicas constructivas. El arco, al igual que el obelisco, se ha empleado desde la Edad de Piedra y cada cultura lo ha interpretado de manera distinta. No lo considero una atadura ni una limitación, ni mucho menos un anacronismo”, agrega González Gortázar.
Respecto al área designada, el también escultor acepta que lo óptimo para una obra “celebrativa” es que ésta sea la que cree al sitio, la que le dé carácter y jerarquía. “En este sentido, el lugar ya está hecho y muy bien hecho. Está de por sí cargado de significado y tal vez haya sitios más necesitados, no sólo en la ciudad, sino en el país. Pero, pese a lo anterior, es un lugar interesante, un reto difícil y apasionante”.
Admite la dificultad de la cercanía de inmuebles tan altos como la Torre Mayor. “Es evidente que contra estos gigantes se debe eludir la competencia; eludirla por el camino de apelar a valores distintos, como el desinterés, la novedad y la grandeza del arte. Y no recurrir al gigantismo, que es una tentación peligrosísima para quienes trabajamos la imagen urbana. La manera de equilibrar no es competir en tamaño, sino en calidad”.
Para Mauricio Rocha, el arco es un proyecto especial, “pues está acotado a una serie de necesidades y elementos que hay que estudiar y reflexionar a fondo para sacar las mejores conclusiones”.
Asegura que varios de los arquitectos invitados aún no entienden por qué el arco es la figura eje. “Es difícil darle lectura, ya que la convocatoria no explica el porqué del arco. Debemos reinterpretar esa idea, no traducirla de manera literal, sino entender qué significa, qué representa y por qué la piden, para proponer diferentes soluciones”.
El egresado de la UNAM especifica, evocando la zona mencionada, que en todo concurso hay una serie de limitaciones. “Nos toca a los arquitectos ir más allá, sugerir qué debe pasar en el área, un proyecto urbano, comunitario, social; que no sólo festeje simbólica y formalmente el Bicentenario, sino que mejore la colectividad”.
Al principio, al artista visual le preocupaban los edificios altos que rodearán la escultura, “pero creo que al final tenderán a ser una cortina. Lo veo, desde mi formación en la fotografía, como el enmarque del paisaje”. (Excélsior - Virginia Bautista)
Fuente: Excélsior - Comunidad - Virginia Bautista