Crecen “unidades dormitorio” en conurbaciones de Morelia
MORELIA, Mich., 21 de octubre de 2013.- El taconeo de María Candelaria Guillermina Salinas Madrigal, Candy, retumba a las 5:45 de la mañana, todavía oscura, cuando recorre la privada donde vive, en el fraccionamiento Galaxia Tarímbaro, rumbo a la parada de la combi que la lleva al centro de Morelia, donde trabaja. Junto con ella sale su hijo Oscar Rafael quien, después de dejar a su madre a la puerta de la escuela donde da clases, aborda el camión que lo lleva a Ciudad Industrial, al Conalep 1, el único que ofrece la carrera técnica de gastronomía, paralelamente al bachillerato.
En casa se quedan Jesús Omar, un adolescente de 13 años, con la responsabilidad de cuidar a su hermana menor, Carmen Odette, en tanto dan las ocho de la mañana, hora en que llega el camión escolar para llevarla al plantel Villalongín, donde está iniciando su preparación primaria; él se queda solo hasta las 11:40 cuando inicia la travesía hasta la secundaria tres, frente al zoológico. Los integrantes de la familia de Candy desperdician diariamente, al menos, tres horas de cada día, a bordo de combis, hora y media de ida a sus escuelas y otro tanto de regreso a su hogar, en las que gastan, en promedio, mil pesos mensuales cada uno. La niña tiene la comodidad de llegar a la escuela en transporte privado pero el regreso también le toca en combi.
Un millón de personas que viven en la Zona Conurbada de Morelia, tienen problemas de movilidad similares a las de Candy y sus hijos, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) referidos por el secretario de Urbanismo y Medio Ambiente (SUMA), Mauro Ballesteros Figueroa. “Esa es la parte que nos está poniendo una luz roja en materia de desarrollo urbano, cómo me muevo, cómo me voy a desplazar, cómo llego a mi centro de trabajo, a mi centro de estudios”, indicó el funcionario. Por esa razón, el director del Instituto Municipal de Desarrollo Urbano de Morelia (IMDUM), José Luis Rodríguez García informó que para el próximo año se tiene planeado concluir las vialidades iniciadas con recursos del Fondo de Zonas Metropolitanas: una vialidad llamada La Goleta, por la parte poniente del recinto ferial que comunica al municipio de Charo con la zona de hospitales y la Oscar Chávez que corre casi paralela a la carretera a Salamanca, para comunicar fraccionamientos de Tarímbaro como Galaxia y Metrópolis con Morelia, cuyo eje central será el recién construido puente en Guadalupe Victoria y el libramiento.
“Se están proponiendo otras (obras); distribuidores viales que hacen falta algunos, uno de ellos en la salida a Salamanca con la vialidad Miguel Hidalgo, una que viene de la salida a Charo hasta la salida a Salamanca ya está funcionando y hay un entronque sencillo, con dos gasas ahorita y se está proponiendo un paso a desnivel y también el continuar esa vialidad cruzando la salida a Salamanca para entroncar a Torreón Nuevo, al puente Guadalupe Victoria para poder sacar toda la población de esas colonias hacia el centro. Va a ser, cuando esté construido un medio de comunicación muy ágil para salir a Charo, a la carretera al aeropuerto y a los centros hospitalarios que ya se concentraron ahí la mayor parte. Sin embargo, dijo que los recursos son escasos ya que este año únicamente se aprobaron para la Zona Metropolitana de Morelia 35 millones de un total de ocho mil millones que se distribuyeron entre las 59 zonas conurbadas del país. “Sentimos que somos mal atendidos, porque yo no pretendería compararme con Monterrey o Guadalajara que se llevan cientos de miles de millones pero si con ciudades como Querétaro, Aguascalientes, León, a quienes le autorizaron 150, 200 y hasta 300 millones de pesos”. La movilidad no es la única luz roja para quienes adquirieron una vivienda en los municipios conurbados ya que muchos han perdido su patrimonio y, de pasada el de las instituciones crediticias ya que, tan solo en la zona metropolitana de Morelia, hay más de tres mil viviendas abandonadas, según el director del Instituto IMDUM.
“Desde luego tres mil (viviendas) abandonadas de personas que en su momento las adquirieron directamente con los desarrolladores, a través del Infonavit o Fovissste y no pudieron seguirlas pagando, precisamente por los altos costos que representa el transportarse porque no es solo el jefe de familia sino toda la familia se tienen que mover a las escuelas, trabajo, comercios y eso llega un momento en que hace crisis y prefieren abandonar la vivienda y solucionar el problema”. Esas viviendas sufren el “síndrome de la ventana rota”, como le llaman en la Secretaría de Seguridad Pública, que no es más que el indicio de que nadie la habita y que los ladronzuelos aprovechan para ingresar y llevarse desde los focos hasta los sanitarios, pasando por puertas y ventanas y sus marcos. Otra señal inequívoca del abandono son los mensajes urbanos, conocidos como grafitis, perdidos entre garabatos con spray que, rociado una y otra vez, en las mismas paredes, solo parecen manchas oscuras con las que difícilmente alguien puede identificarse.
Las viviendas habitadas no se diferencian mucho de las abandonadas ya que únicamente sirven como dormitorios para quienes viven en Morelia porque es acá donde estudian, trabajan, se cultivan, se divierten o adquieren chucherías, víveres y ropa ya que los municipios conurbados no cuentan conesos servicios. Inclusive, las personas que viven en esa zona deben enfrentar la precariedad de los servicios básicos, que los municipios están obligados a proporcionar, como el abasto de agua potable, la recolección de basura, el alumbrado público o el bacheo, por lo que en temporada de lluvias las vialidades son prácticamente intransitables.
La mayoría, si no es que ninguno de los desarrollos urbanos en la zona metropolitana no han sido entregados a los municipios correspondientes debido a que en el breve tiempo transcurrido entre que fueron autorizados, construidos y vendidos, ya no cumplían ninguno de los requisitos que se establecen en el Código de Desarrollo Urbano y que, teóricamente, debieron garantizar los desarrolladores. Por ejemplo a Candy, luego de varios años de habitar su vivienda, sin poder hacer un contrato con el Sistema de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento, porque la constructora no pago la parte que le correspondía, le llegó un recibo por cinco mil pesos que tuvo que pagar para poder hacer el contrato, por el que tuvo que pagar mil 100 pesos.
Ese tipo de cobros oscila entre los tres y los ocho mil pesos, de una vivienda a otra, sin explicación alguna. El alumbrado público sencillamente no existe; los concesionarios de la recolección de basura pasan únicamente una vez a la semana, algunos con cierta disciplina, más o menos a la misma hora pero a la mayoría hay que estarlos cazando, porque si pasan y no hay quien salga a darles dinero, sencillamente no la recogen. Ya sea en Galaxia o Metrópolis, en Tarímbaro; Villa Magna, La Maestranza o Villas del Pedregal en el poniente de esta capital o en la zona conurbada con Charo y Álvaro Obregón, la situación es la misma. Para el secretario de Urbanismo y Medio Ambiente esto se debe a la falta de capacidad económica de los municipios para brindar los servicios que demanda el crecimiento urbano: “Hemos visto que cuando el ayuntamiento, no solo el de Morelia, varios, cuando reciben un fraccionamiento en el que está operando una planta tratadora de aguas residuales en el momento en que sufre un desperfecto la planta deja de funcionar porque no hay los recursos necesarios para el mantenimiento, para la reparación de los equipos y entonces los ayuntamientos pierden la capacidad económica y de dotación.
“Esto sucede con la planta tratadora pero también con el pozo del agua, con la cloración del agua, con todos servicios, aquí es necesario que lógicamente los ayuntamientos hagan un esfuerzo muy importante, primero, en revisar lo que recibe, que si las líneas de transmisión de energía eléctrica están cumpliendo las especificaciones de la CFE, que las especificaciones de los drenajes y colectores cumple, que si la capacidad de los sistemas de tratamiento, tanto de abastecimiento de agua como de agua residual, cumplen las especificaciones y tienen las garantías correspondientes, que si los pavimentos, porque luego están pero en la primera temporada de lluvias están destrozadas las calles, entonces que los ayuntamientos se aseguren de recibir obras de buena calidad para el beneficio de las familias que van a habitar ahí.
“Debemos de ser más cuidadosas las autoridades en poner ciertas características y requisitos y esa es la parte que nosotros estamos asumiendo porque creo que es muy válido que en este tiempo garanticemos primeramente la vida y la salud de las personas, enseguida su patrimonio porque es un esfuerzo muy alto el que hacen y el tercero, tan válido como el primero y segundo, asegurar una calidad de vida a una familia porque no se trata de que compremos una casa y provoquemos una desintegración”.
Eso es lo que ocurre en la realidad. Candy recoge a su hija Carmen Odette a la salida de la escuela, a las 12:30 y la lleva a casa, ambas esperan el regreso Oscar Rafael, a las tres de la tarde, mientras preparan los alimentos y comen juntas. Ya con dos de sus vástagos en el hogar,Candy retorna a Morelia, ya no como docente de las materias de Procesal Civil, Víctima y Victimología e Introducción al Derecho sino como estudiante de la maestría en Estrategias de Litigación en Juicios Orales. Alrededor de las 9 de la noche regresan ella y Jesús Omar, sin el menor ánimo de convivir; más a fuerza que de ganas se bañan, cenan y se acuestan a dormir, porque para ellos el día comienza a las cuatro de la madrugada. A esa hora Candyse levanta y prepara el desayuno. Desparramando amor despierta a su hija porque antes de salir a trabajar la deja vestida con su uniforme, aunque el día en que la visitamos tocó vestimenta con motivo del mes patrio.
Los dos varones no alcanzan apapacho. La tarde del sábado y el domingo son los únicos días en que conviven como familia y tienen momentos de esparcimiento viendo la televisión, aunque también hacen la faena de la limpieza a fondo de la vivienda. Esta situación, dice el actual responsable del desarrollo urbano del estado la hemos provocado todos: “algunos por necesidad que nos hemos asentado, las instituciones por una falta de visión, de cuidado y aplicación de ley, las organizaciones civiles también por su cuidado y manejo político, las áreas empresariales por el abaratamiento de los costos, las áreas de instituciones de crédito porque a lo mejor no se debieron haber dado esos créditos en esos sitios, las disposiciones que estaban en materia de construcción de vivienda por (permitir la construcción de) viviendas tan reducidas; una serie de factores que me parecen es en lo que todos debemos de trabajar para mejorar; yo no quiero responsabilizar a una parte u otra porque creo que cada parte en su momento tuvo la buena voluntad y disposición para desarrollar vivienda”. Como sea, el área metropolitana comprende una superficie territorial de un millón 933 mil 72 kilómetros cuadrados.
Por su extensión, destacan Morelia y Charo que en conjunto abarcan 61.18 por ciento de la superficie total de la zona, aunque la población se concentra principalmente en Morelia y Tarímbaro, que en conjunto albergan el 89.94 por ciento de la población metropolitana, con una densidad de población de 574.7 y 195.80 habitantes por kilómetro cuadrado. De acuerdo con el Programa de Ordenamiento Urbano de la Zona Metropolitana de Morelia, publicado apenas el pasado 2 de septiembre en el Periódico Oficial, el suelo apto para uso urbano prácticamente está agotado, lo cual restringe las posibilidades de crecimiento poblacional a futuro.
El texto original de Éste artículo fue publicado por Agencia Quadratín en la siguiente dirección:
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